“Nuestra tierra linda con el mar Cantábrico y la cordillera Cantábrica… ¿Sabéis qué nombre recibe nuestra Comunidad Autónoma?”. El griterío estalla casi unánime: “¡¡Can-ta-bri-aaa!!”. Casi toda la clase ríe; casi todos los alumnos aplauden; casi todas las boquitas desdentadas quieren saber más; casi todos los brazos, levantados, piden hablar…, excepto Naroba.
Naroba conoce muy bien las lindes de su tierruca, el nombre de cada vaca,
la altura del abedul plateado, la alegría y el llanto del robledal: verdoso o anaranjado, duro y soñador, pero siempre vivo —como le gusta repetir al abuelo—; ese bosque que abraza al prado, a la cabaña, a la vieja encina y a los leprosos eucaliptos… Naroba sabe asar bellotas entre las ascuas, elegir las mejores hojas de la rama de laurel que se orea junto a la alacena, escanciar la sidra sin salpicarse apenas sus albarcas nuevas. Naroba sabe ordeñar y mezclar el cuajo para hacer el queso más grande del mundo…
Lo que Naroba no sabe es qué será de la Lusa, la Mansa, la Anjana, la Pasiega y la Sirenuca cuando el abuelo marche a la residencia. Por eso, Naroba levanta el brazo y pregunta por el futuro de sus vacas…
Este relato ha resultado seleccionado en el Certamen de Relato Breve
"A QUÉ SABE CANTABRIA", con motivo del homenaje a los productos agroalimentarios en el XXXIII Aniversario del Estatuto de Autonomía Cántabra. En este enlace podéis leer y descargaos el libro conmemorativo.
Amparo Martínez Alonso (27/01/2015)