Ilustración de Miguel Jiménez
—El conde, el abuelo del señor —me anuncia doña Elvira.
Parpadeo, pero el laberinto familiar continúa ahí: sobre el rancio buró de filigranas, protegido bajo su bruñido marco de abusos y mentiras.
—No eres de por aquí, ¿verdad? —La estirada pasa negra me mira de arriba abajo con desgana, como si le doliera mi presencia—. Hoy en día es difícil encontrar chicas que limpien como las de antes…
Inspiro. “Como mi madre y mi abuela”, pienso al acercar mi rostro al retrato. Espiro: un halo de polvo titila entre la luz de los visillos.
Subo las escaleras de dos en dos. Aliso mi delantal. Llamo con los nudillos. Entro. La está besando. Carraspeo. Ella se ruboriza y agacha la cabeza. Él se relame el bigote, como su abuelo... Me guiña un ojo. Recojo la bandeja. Mi joven laberinto me mira el trasero. “¡Quizás mañana, conde!”, pienso mientras le sonrío… Yo no perdono.
Amparo Martínez Alonso (16/06/2014)
Este mes de junio, en Esta Noche te Cuento, el tema a desarrollar es "...en el laberinto". Algo que no te deja o de lo que no quieres escapar...