Piedra y Acero

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Soy como la PIEDRA: firme y resistente,... pero me deshago en ensoñaciones, y ¡me agrieto por contarlas!, por ayudarlas a escapar, a escurrirse como el ACERO fundido; relatando, en su huida, vidas inventadas y verdaderas mentiras.

3 de marzo de 2012

El Guardián del ARTE


Recuerdo que el maestro no estaba de buen humor esa mañana, pero ¿cuándo lo estaba? Lo normal era admirarlo por su obra, no frecuentarlo por su simpatía.
Un fuera de serie, un genio, mi artista del Renacimiento: escultor, arquitecto, pintor.

Lo acompañé desde su primer cupido. Cuando se cuestionó su autoría, me quedé a su lado: me necesitaba. A partir de entonces, su mundo fue mi universo: volaba a su alrededor, pero tenía prohibido acceder a su mente, influirle.


Florencia, Bolonia y… Roma. Yo no tenía edad, él cumplió veinte años en esta ciudad, mientras labraba mármol de Carrara. Admiré su extraordinaria blancura homogénea, sin vetas; su aspecto harinoso, sin grano; la equilibrada belleza de su Piedad: una Virgen serena, joven, incluso más que el hijo que sostiene en sus brazos. ¡Qué imaginación la humana! ¡Qué formas tan delicadas para modelar un alma!

Custodiándolo, de vuelta a Florencia, inauguré el siglo XVI, él sus veintiocho años. Disfruté con la tensión del David: desnudo, altivo, de dura mirada. No le importó que el bloque de mármol hubiera sido desechado por diferentes maestros antes de llegar a sus manos. En su taller, las pequeñas deficiencias en grano y vetas, se transformaron en un David indolente, atrevido, desafiante, hermoso, heroico…
Años después, en 1513, cuando contemplé la ansiedad contenida y la grandiosidad del Moisés, no me hubiera importado morir, como cualquier mortal.
Me rendí, me consagré a sus obras, a sus cuerpos robustos, musculosos, desnudos, espléndidos, a su tensión interior… Y cuando la fuerza, el dramatismo, la violencia y el pesimismo inundaron sus esculturas y frescos, yo seguí ahí….

Tuve momentos en los que olvidé mi naturaleza. Llegué a subordinar mi cometido por estar a su lado, por beber de su arte, por participar de la transformación del mármol en expresivos semblantes, en desnudos poderosos, en actitudes sobrehumanas, endiosadas, provocadoras: esa “terribilità” suya, tan personal, tan admirada como odiada. Deseé compartir su poder creativo. Evolucioné y crecí a su lado. Me endiosé junto al artista. La simbiosis del ángel y el genio.
A sus sesenta años, mi escultor arquitecto pinta el Juicio Final, la perfección clásica y el equilibrio ceden paso al desbordamiento dramático, a los ademanes violentos, trágicos, desmedidos. Personajes caprichosos, de musculatura imposible, superpuestos; figuras hinchadas, desproporcionadas, agobiadas en un espacio enrarecido, definido a su antojo,… al mío.
Divinizarme dificultó mi tarea, mis comienzos. Me creí el Ente Superior, como su Cristo Juez coronando la Capilla Sixtina: ¡Me llamaron!

Sabía que teníamos vetado tomar partido, ni siquiera simpatizar con nuestros protegidos, pero soy un ángel atípico.
Uno de los secretos mejor guardados por los altos mandos de las Alturas, es que a los ángeles nos dejan elegir entre ciencias, letras, humanidades y plástica. Siempre tuve muy claro que lo mío eran las ciencias. Velar por los científicos, hacerles el camino más fácil y seguro, mientras descubren, inventan y provocan cambios extraordinarios para la humanidad. Así que, cuando conseguí la acreditación necesaria para desempeñar mi cargo de Guardián, se me cayó el mundo a los pies. No encajaba en mis planes de futuro:
—¡Qué pinto con los artistas! Azul o rojo, superficie suave y pulida o rugosa y mate, pintura al fresco o sobre lienzo, cincel o buril… ¡Que no, que el campo del arte no es lo mío! No voy a saber manejarlos. Son engreídos, se creen superiores, no suelen admitir críticas y viven como… artistas. ¡Voy a tener problemas!
Era un ángel muy joven, sin la experiencia que ahora, después de los siglos, me acompaña. Porque si el diablo sabe más por viejo que por diablo, los ángeles también.

Seis siglos ejerciendo de ángel de la guarda de artistas plásticos, me han facultado para distinguir estilos, tendencias, técnicas, motivos…
El arte, en cualquiera de sus manifestaciones, no sirve ni se rinde a nadie, aunque el artista lo haga. La política, la religión o el dinero pueden influir y contaminar a su autor, pagar sus costes materiales, coaccionar su temática; pero ni por ellos será arte, ni dejará de serlo por ellos.

El arte no sabe de memoria histórica, no reconoce a sus personajes, no pertenece a una ideología política ni comulga con una determinada religión. El arte es o no es, represente a una vieja friendo huevos, a un monarca, a unos girasoles, un dios, una señorita de Avignon, un pensador, a Nefertiti, al matrimonio Arnolfini, a Santa Teresa de Jesús o a un ángel caído como yo. El Arte es o no es, lo sufrague Lorenzo de Médicis, Carlos V, el Museo del Prado, un dictador o el BBVA.

¡Si el hombre no fuera tan humano!... El arte se despojaría de significado, símbolos y sentimientos. El mármol, el granito y el bronce labrados o cincelados con maestría y genialidad, no serían despreciados o destruidos por representar a un rey vencido, a un déspota odiado o un grupo alegórico decadente.

Como ángel guardián de artistas reconozco el genio, el talento, el arte en esencia, el puro ARTE.

Mi artista, de ahora, es una mujer joven, tiene una niña de tres años y un futuro prometedor. Piensa que del arte no se puede vivir:
—¡Cómo me gustaría tener un mecenas, de los de antaño, que costeara mi obra! Supondría aceptar condiciones, ya lo sé, pero podría pintar, experimentar técnicas, superficies, materiales, géneros...

Todas las mañanas, después de dejar a Inés en la guardería, acude a un centro médico; trabaja de recepcionista. Dentro de unos años realizará su primera exposición individual de pintura en una galería de renombre, y su nombre empezará a sonar fuerte en el mundo del arte. Se multiplicarán las exposiciones, los encargos, las ventas e irá acumulando premios y galardones en distintos países; convirtiéndose en una de las artistas más reconocidas y cotizadas del siglo XXI… ¡O tal vez no!

Los humanos, como el tiempo y el espacio, son relativos y libres.

—Ángel de la guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día —canturrean las dos. Mi pintora arropa a su hija, y mientras la besa le susurra al oído—. Sueña con los angelitos, mi vida.

¡Me llaman!


(Petra Acero. 03/03/2012)


11 comentarios:

  1. Original forma para hablar de Miguel Angel. Un enfoque curioso para defender el srte.

    Un saludo, Petra.

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  2. ¿Qué es el arte? ¡Qué pregunta más complicada! Creo que una obra de arte tiene que ser admirada, si no de poco sirve crearla o tenerla. Lo malo es que muchas obras son admiradas una vez que sus autores ya no viven, cuando ya no pueden conocer su repercusión.

    Me ha gustado mucho el relato, pintora.

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    1. La pena es destruir arte por pertenecer a otras religiones o ideologías.
      Gracias por aparecer por aquí, Chica de ayer.

      Un beso.

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  3. He retrocedido en el tiempo............ un verano que una joven se empeñó en que debía interesarme por el arte.

    Ah! (para "Chica de Ayer": permíteme que conteste la pregunta con la cual inicias tu comentario: ......¡Morirte de frio!

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    1. Ya nos contarás esa historia que te hace retroceder a un verano tan particular y frío, Odín.
      El arte, los artistas, el goce y disfrute, la diferencia, la genialidad, el don, la tomadura de pelo,... ¿Quén dicta, determina, incluye o excluye lo que se debe o no considerar arte? ¿La comunicación es arte? "El arte del buen yantar" "El arte de escuchar" "El arte de saber estar"... Demasiado "arte" para una vida. Pero tú, Odín, tienes dos o así, ¿no?

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  4. Olé, que jarte tienes, tienes el don, viva la madre que te parió... hasta su ángel se endiosó un momento, mientras brindaba la faena, montera en mano, al tendido y.. una sombra negra bufó a su espalda. Me llaman.
    Proporción desproporcionada con colorido decolorado. El arte frente a tí, tu frente al arte, tu creando arte. Arte para ti, tu para el arte.
    Señorita de Avignon, BBVA. La vena late siempre, la pela es la pela.
    Suyo afectuoso.

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    1. Siempre me hacéis sonreír.
      Bienhallado, Mariscal. Sé que el tema del arte le interesa bastante, como todo lo referente a las humanidades en general.
      Un saludo y gracias por leer a una plebeya o burguesa que disfruta a la usanza de una artista (ninguna se conoce fuera mujer) del Renacimiento: con todas las manifestaciones artísticas.
      Un saludo, Mariscal

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  5. Originalidad en el planteamiento: Aprovechar la intemporalidad de un tema (el arte) y de un narrador (el ángel)para hacer un recorrido temporal que abarca varios siglos.
    Nos acerca a la obra de Miguel Ángel de una forma singular: A través de los ojos de su ángel. Y lo hace utilizando con acierto un lenguaje expresivo y elocuente, bien adjetivado. Esta primera parte me ha gustado especialmente por la forma, por lo bien contada, por la pasión que contiene. Es la narración del ángel joven y vehemente, que se deja imbuir por lo humano y se extralimita en su vinculación con el artista.
    El ángel alcanza una nueva categoría y se le encomiendan nuevos proyectos. Este momento de cambio es un reflejo de la vida misma. A veces, estamos tan acoplados a un trabajo, a una relación...que el hecho de pensar en un cambio nos trastorna. Pensamos, como el ángel guardián, que no vamos a ser capaces de adaptarnos; sin embargo -tanto el ángel como nosotros- no sólo nos amoldamos a los cambios, sino que además nos enriquecemos con ellos, maduramos.
    Finalmente, nos encontramos con el ángel dotado de una larga experiencia, ahora protector de una joven artista. No hay ni rastro de simbiosis con su protegida, ha perdido la pasión de la juventud, ha ganado en conocimiento.
    ¿La autora nos habla de ARTE o nos habla de VIDA?

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    1. Amapola, tus comentarios los tengo que leer dos veces para comprobsr si realmente has acertado en todo,... por si te pillo en algún "renuncio"...
      Tanto análisis me asusta, me compromete, me alegra.
      Es dificil que mis relatos sean transparentes, nunca lo he pretendido. El lector "mago", es el que desvela, encamina e interpreta intenciones, dobles sentidos y mensajes encubiertos... o no.
      Saludos, Amapola mágica.

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  6. Me ha admirado tu forma de narrar, de documentarte. Utilizas un lenguaje culto, pero se hace ameno el leerte.Nos has llevado al Renacimiento, época en la que existe culto por la vida y el hombre es el "centro".
    No sé si la autora comparte las cuatro aspiraciones de aquella época: Beatus Ille, Carpe diem, Locus amoenus y Tempus fugit.
    El hombre actual tiene otras aspiraciones que probablemente le hagan más infeliz

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    1. ¡Gallinita filósofa!
      ¿Cuándo te vas a cambiar el apellido para no confurdirnos?
      Eres todo un misterio,... un pozo de sabiduría.
      Seguro que tú las compartes y las sigues.
      Yo... no estoy segura. Cuando las busque en internet...

      Un salutem grande.

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