Piedra y Acero

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Soy como la PIEDRA: firme y resistente,... pero me deshago en ensoñaciones, y ¡me agrieto por contarlas!, por ayudarlas a escapar, a escurrirse como el ACERO fundido; relatando, en su huida, vidas inventadas y verdaderas mentiras.

30 de noviembre de 2011

Mi hermana gemela


Detrás del enorme eucalipto de cuento, con corteza dos tallas más grande que el tronco, salió Ángela, mi hermana gemela, con su “¡uhh!” característico, como saludo fantasmal, dándome un susto de muerte. Siempre hacía lo mismo. Era su juego preferido. En lugar de enfadarme con ella, como cuando las dos éramos pequeñas, me agaché para abrazarla. Lágrimas adultas enjuagaron la sorpresa de mis ojos. Estaba como la recordaba: riendo, corriendo y jugando; con los calcetines enrollados a sus tobillos y las rodillas llenas de marcas. ¡Otra vez juntas!... después de tantos años.


Lentamente, animada por la risa y vitalidad de Ángela, fui soltando la mano de mi marido. Dejé de sentir miedo. El color de un mundo impresionista venía a mi encuentro: di el primer paso. 
En la triste habitación de hospital, el llanto blanco, aséptico, se perdió en un eco de otro mundo. Empequeñeció mi público, bajo el estallido del olvido. Ángela me inundaba, mecía mis sentidos, cicatrizaba mis dudas anulando el dolor.

—¡Elena,… Elena! ¿Qué pasa, doctor? ¡Haga algo!... ¡Elena!

(Petra Acero. 30/11/2011)



3 comentarios:

  1. Vaya!me gusta el giro de perspectiva que provoca el microcuento con la última frase!muy bien.

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  2. Me gusta cómo desdramatizas el momento de morir.
    Gente que ha estado el "el límite" cuenta que es muy dulce. Puede que sea porque logra ver a algún ser querido ya perdido, como tú planteas.
    Yo también los añoro, pero no tengo ninguna prisa en experimentar esa sensación.

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