Piedra y Acero

Mi foto
Soy como la PIEDRA: firme y resistente,... pero me deshago en ensoñaciones, y ¡me agrieto por contarlas!, por ayudarlas a escapar, a escurrirse como el ACERO fundido; relatando, en su huida, vidas inventadas y verdaderas mentiras.

25 de octubre de 2011

Como Dios


No me mires así, yo no tengo la culpa. 
Por mucho que estires la mano, 
no voy a darte nada: está prohibido. 
¿Qué consigues manteniendo esa postura? 
Hacerte daño, y ponerme nervioso.
Aunque a ti te lo parezca, no soy ningún dios. 
Cambia esa cara de pena, 
haces que me sienta inútil e impotente. 

¡Cómo me deprime venir al zoo! 



 
(Petra Acero.25/10/2011)

5 comentarios:

  1. He leído tus relatos y he escrito algunos comentarios, pero no consigo verlos luego plasmados junto con el resto de comentarios. La verdad, se me ha quedado la misma cara que al de la foto.

    ResponderEliminar
  2. Pues se leen perfectamente. Seguro que la próxima vez que entres leerás también los míos. Un abrazo de mono con cara de duda. Hasta la próxima, Monte Orbea, que espero sea pronto.
    ("En el monte Orbea, en lo más alto, hay una cruz de amor, y haciendo guardia en ella, la hermosa estrella que eres tú..." o algo así, ¿no?)

    ResponderEliminar
  3. No sabía que te dedicaras también el mundo de la música señorita petra acero!jeje

    ResponderEliminar
  4. Casi casi :
    En el monte Gorbea, en lo más alto
    hay una cruz de amor,
    y haciendo guardia en ella
    la hermosa tierra, donde eres tú.
    Mari, sube, escúchame, ...

    ¿Qué puedo hacer por ti? Era gitana, joven, quizá rumana, sucia. Estaba de rodillas y con los brazos en cruz, delante de Nuestra Señora de Atocha, rodeada de velas encendidas. Yo me marché; pero casi seguro que Ella se lo dio.

    ResponderEliminar
  5. Don Melanio, mariscal, gracias por aclararnos la letra de esa canción.
    La recuerdo con sol, en el interior de un coche que me mareaba entre las cuvas del camino y el olor a skay. Apelotonada junto a tres o cuatro hermanos, en el asiento trasero, y cantándola en el último repecho de la culebra de asfalto, nada más pasar la mina de tierra mostaza, antes de llegar a la zona más sombría y agradable, paralela a los chopos y el río, que anunciaban el molino, y después... Sagides, nuestro destino.
    Monte Orbea, aprovecho desde aquí a solicitar, requerir su presencia. Le echamos de menos. Le quedan relatos por leer...

    ResponderEliminar